Un niño. Plato de acelgas. El pequeño arruga la nariz, el labio superior se eleva y saca la lengua. Está experimentando asco. Nos suele pasar lo mismo cuando olemos una Torta del Casar (buenísima por otra parte) e incluso podemos llegar a la náusea ante alimentos en mal estado. Todos sentimos asco ante ciertos platos como si fuese el reverso del apetito.
¡Puag! |
No obstante el asco no es una emoción innata, sino que se desarrolla con la socialización y la influencia de la cultura. Diferentes estudios demuestran que los recién nacidos no manifiestan asco ante alimentos que sí lo producen en los adultos, de hecho todos conocemos casos del bebés que comen tierra, bichitos y otras guarredidas ante la estupefacción (que antecede al asco) de los adultos colindantes. Lo que sí parece innata es la expresión facial de asco.
La emoción del asco tiene una función evolutiva ya que servía a nuestros ancestros homínidos para rechazar según que sustancias tóxicas o incomestibles. Por este mismo motivo olisqueamos el tetra brick de leche antes de probarla (lo extraño es que suele tener un olor bastante desagradable aunque la leche no esté en mal estado....)
Caracoles. O los adoras o los detestas... |
Todos expresamos el asco de la misma manera, pero no a todos nos dan asco las mismas cosas. Algunos alimentos repugnantes en unas culturas en otras son excelentes viandas de día festivo. En este sentido nuestra cultura-identidad nos enseña lo que debe causarnos asco y lo que no; está claro que la Torta del Casar no es tóxica, pero nuestra herencia genética no entiende de delicatessen extremeñas y, ante su intenso olor dispara la función del sistema límbico cerebral que regula el asco. Quien pertenezca a una cultura diferente a la mediterránea se lo pensará dos o tres veces antes de lanzarse a probar este queso. Y es que la cultura en la que crecemos condiciona nuestros gustos y ascos; cabe decir que este aprendizaje contiene también elementos morales; relacionamos lo asqueroso con lo malo (¿hablamos de lombrices o cucarachas?, en un blog gastronómico mejor que no...) No obstante hay alimentos que nos sacan de esta lógica:
- Queso de Cabrales (Arenas de Cabrales, Asturias, a15€/kg aprox. ) se caracteriza por su cubierta de hongos penicillinum.
- Café Kopi Luwak (Indonesia, a 72,50 € /150g) proveniente de heces de gineta.
- Artrópodos en general; mientras que consideramos un manjar la clase crustácea nos parece repugnante (no solo su ingesta, sino su simple visión) los artrópodos arácnidos.
Quizás no en todos, pero en algunos casos vencer el asco aprendido nos puede abrir la puerta a sabores, texturas y olores que son gastronómicamente inigualables.
Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Asco
http://www.inspirulina.com/asco.html
http://enbuscadeantares.com/2010/07/29/conoce-tus-emociones-repugnancia-y-desprecio-enemigas-de-las-relaciones-personales-o-laborales/
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