martes, 7 de agosto de 2012

EL MILAGRO DE CALANDA



En 1640 la Virgen del Pilar obró un milagro en la persona de Miguel Pellicer haciendo brotar de su muñón una nueva pierna  después de que le fuese amputada  casi tres años atrás. Este hecho sucedió en Calanda, municipio de la provincia de Teruel.  No obstante ese no es el único hecho transcendente que allí ha acontecido;  esta tierra  a la vez agreste y soleada, origen de Luís Buñuel  y la Rompida de la Hora, produce un manjar  anual como si  de un don  del Altísimo se tratara: el melocotón (Prunus Persica).

De paso por Calanda he adquirido una  buena cantidad de melocotones con esta denominación de origen. La relación calidad-precio es, nunca mejor dicho surrealista; un quilo ronda los 60 cts. ;  sabed que el calibre de cada pieza oscila entre los 70-80 mm (son muy grandes…) con lo que tres piezas ya son más de un quilo; finalmente  me he llevado una caja de 12 quilos de melocotones que es lo que se estila en la zona para repartir entre la familia.

                                                      ¡Qué melocotones!
 
Este fruto de origen oriental (de ahí su nombre científico)  recibe en esta zona del Bajo Aragón una serie de cuidados de cultivo específicos  y totalmente artesanales que contribuyen al magnífico resultado final.  Por una parte  tenemos el vaciado que consiste en eliminar  hasta un 70% de los frutos incipientes del árbol  para que  los que quedan ganen tamaño y mejoren el sabor.   A principios del verano se realiza  un embolsado individual  para conservar la salubridad, limpieza y color del melocotón. Gracias a estos procedimientos obtenemos un melocotón grande, uniforme y sin marcas en la piel. 

La primera particularidad de este fruto es un potente efecto ambientador;  desprende un olor agradable e intenso  que anticipa su sabor. Huelen a verano.  El color  es predominantemente   naranja-amarillo pajizo  en ocasiones con manchas pálidas  rojizas, en la pulpa predomina el color amarillo. Presenta bastante  pelusilla que se retira con facilidad  con el obligado lavado de toda fruta.  La piel  es bastante fina  y se mezcla con la carne de la pulpa con un ligero masticado; diría que se puede y se  debe consumir a no ser que se tengan objeciones insalvables con esta parte de la fruta. 

Como ya habréis supuesto, el sabor de la pulpa es excepcional, muy dulce y jugosa,  con una textura de la  carne  densa y bien adherida al hueso.  En otro orden de cosas  existe la variedad almibarada de melocotón de Calanda que vamos a reconocer, además de por su sabor porque conservan el hueso, así que hay que comerlo sin prisas… En resumen; se trata de una fruta en estado de gracia que bien se merece una pasadita por esta comarca. 

Fuentes:

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